El poeta español Antonio Machado (1875-1939)
escribía en su obra Cantares:
“Caminante, son tus huellas
el camino y nada más.
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.”
Estimados y estimadas, quisiera que este
espacio que se abre para nosotros sea una instancia de reflexión, de
aprendizaje, de desahogo, de crecimiento, en fin, de todo un poco, pero todo en
su justa medida.
Tal como dice Machado, mientras caminamos
por la vida, por más consejos que recibimos, por más que nuestros padres,
abuelos, amigos, etc., nos indiquen cómo proceder, la verdad es que a partir de
nuestras decisiones nos vamos haciendo nuestro propio camino, y de nosotros
depende que ese camino sea bueno. Lo
ideal sería que al final de nuestro recorrido podamos mirar atrás y sentirnos
orgullosos de lo que sembramos, de lo que logramos hacer en esta vida con los talentos
y dones que hemos recibido.
Un elemento que considero primordial para
comenzar, es la importancia que tiene nuestra vida para nosotros mismos: en nuestra vida diaria nos preocupamos y nos ocupamos de nuestras
familias, de nuestro trabajo, de nuestros sueños para el futuro, en fin, mil
temas rondan nuestras mentes todos los días, sin embargo, nuestros minutos de
reflexión personal son cada vez menos… y la verdad sea dicha, nos ocurre a
todos.
Me da la impresión que por eso mismo, vamos perdiendo nuestro centro, y vamos centrándonos en lo mejor para otros, y actuamos considerando lo mejor para nuestros hijos, para nuestras parejas, para nuestros padres, para nuestros jefes, para nuestro futuro, etc.. Cuántas veces actuamos pensando en lo mejor para nosotros!!! Seamos realistas, muy pocas, porque si lo llegásemos a hacer, pasamos a ser egoístas.
Estimados, y estimadas, los extremos no son
buenos, ni centrarnos mucho en otros ni centrarnos sólo en nosotros mismos, es
bueno… Tenemos que encontrar un equilibrio y por eso los invito a comenzar el
recorrido de un camino, juntos, abriendo nuestras mentes y nuestro corazón.
Un abrazo afectuoso,
Karmela
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