miércoles, 8 de agosto de 2012

La importancia de conocerse para amarse...


Estamos iniciando un camino y, al comenzar este recorrido, lo primero que propuse fue tomar conciencia de que estamos construyendo nuestra vida paso a paso (“se hace camino al andar”); luego, iniciamos un pequeño viaje a nuestro pasado para recordar por qué anteponemos el bienestar de otros por sobre el nuestro o por qué cedemos tanto sin pensar en nuestros propios deseos.  La propuesta es tener un cierto grado de egoísmo con nuestro tiempo, pero un egoísmo sano, que nos lleve a la búsqueda de nuestro crecimiento, que nos conduzca al equilibrio.
Hoy les quiero plantear un tremendo desafío: 
¿Quiénes somos? ¿Cómo somos? ¿Por qué actuamos de tal o cual forma?

Muchos escritores y filósofos han señalado que el amor es la fuerza que mueve al mundo, y yo sinceramente pienso que el amor (en todas sus formas) es la única fuerza que le da sentido a la vida del hombre.

Me imagino que ustedes alguna vez (o más de alguna vez) han estado enamorados…

Cuando alguien nos ha llamado la atención alguna vez, queremos conocer más a esa persona… nos interesa lo que siente, lo que piensa, lo que le pasa... sus alegrías y sus tristezas las hacemos propias.

Con los hijos me imagino que les pasa algo parecido pero con una connotación distinta: ellos son carne de su carne y el amor por ellos es tan grande que serían capaces de dar la vida por ellos, por su bienestar, por su felicidad…

¿Qué pasa con nosotros?  ¿Cómo manifestamos el amor hacia nosotros?

No resulta fácil plantear el cambio del eje.  Nuestra enseñanza religiosa y los procesos sociales que enfrentamos desde pequeños nos han enseñado que el egoísmo, la egolatría y todo aquello que tenga aroma a “ego” tiene una connotación negativa.   He señalado anteriormente que los extremos no son buenos, y la idea no es transformarnos en narcisistas pero sí girar hacia nosotros, mirarnos un poco más…

Ocurre una paradoja muy especial con nosotros y se ha planteado muchas veces… ¿es posible que nos enamoremos de un desconocido? ¿de un alguien que vemos por primera vez? Lo más probable es que respondamos románticamente que puede ser que exista el amor a primera vista, pero reconozcamos que ese amor tiene más que ver con la química y no con el amor.  ¿Por qué? Porque no conocemos a la persona, por cuanto esa primera señal de interés se ve profundizada posteriormente con el conocimiento que vamos obteniendo, y que nos va haciendo enamorarnos más o menos.  En la medida que conocemos a nuestra pareja, lo entendemos, justificamos sus emociones, perdonamos más de alguna reacción, y eso ocurre básicamente porque vamos conociendo la razón de esas reacciones; el conocimiento por el otro es un trabajo continuo y permanente a lo largo de nuestra relación.

Pero, nuevamente me pregunto: ¿qué pasa con nosotros?

Muchos de los que somos creyentes o educados conforme a alguna enseñanza religiosa, hemos escuchado algo así como “amar como a ti mismo”.  Pero al parecer lo entendemos mal y consideramos que somos mejores porque amamos más que a nosotros mismos.  Nos centramos en nuestros padres, en nuestra pareja, en nuestros hijos, etc., pero ¡nos olvidamos de nosotros!   Conocemos quienes son las personas que amamos, los entendemos porque vamos entendiendo cómo llegaron a ser lo que son hoy, los comprendemos y los perdonamos… pero, ¿qué pasa con nosotros?  ¿Conocemos quiénes somos, cómo llegamos a ser lo que somos, por qué actuamos de determinada manera? ¿Estamos conformes con nuestra forma de ser? ¿nos entendemos? ¿nos perdonamos? 

A más de alguien esas preguntas le parecerán un sin sentido, pero desde tiempos inmemoriales el hombre ha buscado por distintos medios descubrir cómo es y por qué es como es.  La razón de esa búsqueda tiene una tremenda lógica: no se puede amar lo que no se conoce, por lo que no podemos amarnos a nosotros mismos si no descubrimos quienes somos y por qué somos como somos. 

En la medida que nos conozcamos, que sepamos la  razón de nuestro comportamiento, nos estaremos amando y  podremos entendernos, perdonarnos y superarnos a nosotros mismos.

Los invito a que nos mantengamos abiertos de mente y de corazón para que cada día nos amemos a nosotros mismos un poquito más, pero, para lograrlo, les propongo que descubramos más de nosotros mismos...

Un abrazo afectuoso
Karmela



1 comentarios:

  • Anónimo says:
    8 de agosto de 2012, 11:53

    Excelente !!!!!

Publicar un comentario